Por: Radio Despertar Libertario
Podria decirse que con el inicio mismo de la radiodifusión y la creación de las primeras emisoras radiales, empezó también el movimiento de las ahora llamadas Radios Libres, pero que otrora fueron conocidas como Radios Comunitarias o Radios Piratas. Examinemos brevemente este movimiento a lo largo del siglo XX y en esta primera década del siglo XXI.

Desde sus inicios las Radios Libres estuvieron asociadas a movimientos políticos o revolucionarios, se podría hacer un breve recorrido por la historia de la radiodifusión libre con ejemplos como los de Radio Club Obrera de Alemania en los años 20, pasando por el importante papel que tuvieron Radio Barcelona y Radio Madrid durante la Guerra Civil Española. Más adelante se conocieron las radios clandestinas que existieron durante la ocupación nazi en Francia y por supuesto, en América Latina tenemos ejemplos de resistencia y lucha como Radio Venceremos en El Salvador o Radio Rebelde en Cuba (fundada por el Che Guevara). Gracias a estas experiencias y las enseñanzas que nos dejaron, hoy el horizonte de las radios libres se refleja en las nuevas voces y formas de construir comunicación alternativa, con ejemplos como Radio Bronka en España y Contagio Radio en Colombia, entre otras.

Más allá de los recuerdos y personajes que han existido en el universo de la radiodifusión libre o radio difusión libertaria (como creemos debería llamarse puesto que es resultado de un trabajo estructurado ligado a principios políticos, o dicho de otra forma, de ideas convertidas en acciones que aportan a procesos revolucionarios o emancipatorios) resulta de una mayor importancia para el momento político que viven las organizaciones socialesen Colombia, y en otros sitios del mundo, analizar a profundidad cuál ha sido y cuál debería ser el papel de las Radios Libres.

Con la llegada de la categoría de ciudadanía y expresiones de la nueva democracia que trajo consigo la guerra fría, empezó a constituirse un bloque hegemónico mundial. Se establecieron términos como la “libertad de expresión”, la cual era fundamental dentro de cualquier Estado que dijera ser “libre y democrático” y que, a su vez, sirvió de excusa mediática para hacer ver a la Unión Soviética, Korea del Norte y Cuba, como naciones autoritarias y represivas en el campo de la comunicación. Un ejemplo más reciente lo podemos ver en Venezuela, donde la oligarquía dueña de las cadenas de televisión más populares, usa la desinformación como estrategia de confusión.

Precisamente el subvertir, el explotar al máximo el potencial de lo que sería verdaderamente “libertad de expresión”, es uno de los elementos (aunque no el más importante) que constituyen la línea programática de una Radio Libre. Sin embargo, este componente tiene que dar cuenta de un objetivo e ideario político claro, es decir, las Radios Libres para asumir una forma de comunicar verdaderamente libertaria, deben ser perseverantes y firmes en sus objetivos, la comunicación alternativa debe fomentar la articulación y generar organización. En un medio tan plural como la radio, mientras en una emisora se está escuchando el último hit de un cantante de moda, en otra se puede estar escuchando cómo el pueblo organizado está saliendo a las calles, peleándose su derecho a una vida digna esquina tras esquina. Y entonces la estrategia resulta evidente: El fin es la revolución social; la estrategia es la difusión-educación; el instrumento: las Radios Libres.

Entender que las Radios Libres son el instrumento y no el fin de un proceso de emancipación popular, es fundamental para construir el ideario mismo que se plantea con una radio de estas características. De esta manera, una Radio Libre da cuenta de unos principios políticos, definidos por quienes la han ido construyendo, en este caso de la mano de radialistas y de las comunidades mismas en donde se tiene el espectro de influencia. Deben dar cuenta también de un lenguaje que, en esencia, es revolucionario, distinto a lo tradicional, fácil de entender, pero que también sea incluyente y que abandone las cargas coloniales y la gran carga religiosa o comercial imbuida en los medios tradicionales de comunicación.

Irónicamente, es el mismo ideario de la “libertad de expresión” y de la legalidad (entendida como constitucionalidad), la que ha sido por décadas el principal enemigo de las radios libres, fundamentalmente porque se ha edificado como “Derecho a la Comunicación y a la Información”, siendo definido en función del gobierno de turno en la mayoría de países, ya sean democráticos, dictaduras u ocupaciones (como en el caso de Irak, o Afganistán). De esta manera los procesos de legalización o normalización de las comunicaciones imponen barreras mediáticas difíciles de romper.

El marco legal de la libertad de expresión, en la mayoría de países, está entendido como las áreas de influencia, las poblaciones y las dimensiones geográficas que alcanzará el proyecto radial que piense con hacerse a una parte del espectro radial de AM o FM. Por esto los programas locales de radio comunitaria siempre se proyectan para abrir espacios que demarcan un pequeño radio de influencia y un lenguaje que no debe salirse de ciertos estándares políticos o de conducta. Gracias a esto, los organismos de inteligencia o control siempre han estado detrás de intentos de crear Radios Libres que no se han ceñido a esos marcos legales, con notables ejemplos en las luchas que dieron inicialmente las denominadas Pirate Radios en la costa oeste de los Estados Unidos, hasta los allanamientos y la destrucción de estaciones radiales de comunidades zapatistas en México, como lo fue el caso de Radio La Rabiosa. Sus principales delitos fueron: hablar en una lengua no occidental (lenguas indígenas); incentivar en la población local su derecho a la organización y a la autodefensa; y por último, la denuncia frente al hostigamiento, persecución y muerte de luchadores sociales.

¿Qué reflejaría entonces el proceso de construcción de una Radio Libre? ¿Cómo identificar cuál es el fin y en qué camino deberían ir? Se suelen identificar emisoras con dos fines fundamentalmente: Fines de lucro (comerciales), que representan la gran mayoría del espectro, y fines sociales, donde se enmarcan emisoras comunitarias o emisoras de contenidos religiosos. Nosotras, las comunidades que venimos construyendo y caminando un mundo desde abajo, proponemos un tercer fin: un fin revolucionario, es decir, la construcción de espacios que den cuenta del proceso de transformación que se gesta al interior de nuestra sociedad, que haga visibles las movilizaciones, las expresiones contraculturales, las denuncias de todas las comunidades a nivel nacional e internacional, un medio que rompa los esquemas de la comunicación hegemónica donde habitualmente se nos impone el lenguaje sexista y el hábito del consumo.

Nosotras , las Radios Libres, transgresoras, beligerantes y transformadoras, venimos a hablar con las lenguas de nuestros ancestros, con mensajes que retratan los ires y venires que han afectado nuestras comunidades en términos de raza, género o clase. Por eso nuestro esfuerzo es por construir comunicación alternativa con todos los matices de las luchas, en todas las regiones del mundo donde el capitalismo levanta muros a las voces libertarias.

Por esto, no importa qué matiz político tome nuestro proceso comunicativo desde que aporte a la integralidad de la revolución social. Necesitamos no sólo radios contra informativas, sino que necesariamente sean propositivas, donde se hable de los hechos, de la historia de quienes por siglos no han tenido voz. El conocimiento construido a lo largo de los siglos, enmarcado en el feminismo, anarquismo, marxismo, etc. pide a gritos salir de las bibliotecas o universidades. Necesitamos borrar de las mentes de las nuevas generaciones esos estereotipos comunicativos que se han creado, descolonizar nuestros cuerpos a través de nuestros oídos, de nuestra historia y ahora nuestros propios medios de comunicación. Proponemos la creación de una gran variedad de Radios Libres que a su vez gracias a la participación directa de las comunidades y a los procesos de base, fortalezcan el ideario de organización de las personas que la escuchan, pues quienes nos han de escuchar no pueden ser vistos como simples consumidores de un producto, son también participes de su propia liberación.

Para contribuir con este análisis, cabe señalar las etapas que debemos identificar y sobre las cuales también hay que trascender. A lo largo de la historia de movimientos insurreccionales de todo el mundo y de América Latina principalmente, las radios libres fueron semilleros de contra información por parte de las organizaciones guerrilleras o revolucionarias, siendo el mejor ejemplo Radio Venceremos, que hacía parte del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, la cual duro 11 largos años transmitiendo desde la clandestinidad. Esos esfuerzos fueron de gran validez pero para poder contrarrestar la arremetida de los sectores dueños del poder y de los medios, debemos trascender de la contra información, es decir, ir más allá del simple hecho de contrarrestar o rectificar la información inventada por el enemigo.

La línea programática de las Radios Libres, independientemente de su matiz ideológico, debe dar cuenta de estos estados: Contra informar para comunicar, comunicar para proponer y proponer para organizar. Comunicar va más allá de sólo informar, lleva una idea de por medio, es decir, refuerza con nuestras ideas libertarias aquella noticia o hecho que necesita generar conciencia en quien la escucha. Sabemos que los medios hegemónicos siempre imponen filtros a casi todo lo que se entiende como noticia, por eso el comunicar tampoco debe quedarse sólo en llevar la noticia, también debe proponer, invitar, generar acciones.

El agitar la conciencia de quien escucha ayuda a incentivar la necesidad de organizarse con quienes se tiene más cerca. Es por esta necesidad de organizarnos que las Radios Libres tampoco pueden estar descontextualizadas, es necesaria la articulación entre las mismas radios pero también entre las demás formas que componen el universo de la comunicación alternativa: periódicos, revistas, producciones audiovisuales etc. Por eso en Colombia resaltamos la importancia de espacios para la construcción colectiva de comunicación alternativa, como lo ha venido siendo el proceso del Congreso de los Pueblos e iniciativas como el Foro Medios de Comunicación Alternativos y Populares.

Nuestra invitación final, es a que cada quien reconozca en su quehacer diario el potencial revolucionario que tiene la palabra y la necesidad de caminarla, pero que también necesita de muchos esfuerzos, del cultivo disciplinado del ser autodidactas, tanto en campo de la producción radiofónica como en la producción técnica. Sin importar las adversidades, siempre sabemos que existen personas organizadas que desde distintas latitudes han publicado información de cómo construir Radios Libres, ellas han entendido que también el conocimiento ha de ser libre.

Así como una revolución propende por la eliminación del monopolio de la fuerza (las armas) que ostenta la oligarquía, las Radios Libres luchan por la eliminación del monopolio de las ondas, y de todos los espacios de comunicación. Pedimos Radios Libres para el pueblo, no armas (por ahora).

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